segunda-feira, 31 de agosto de 2009

Batalla de Aljubarrota






Introducción

Al final del siglo XIV, Europa se encontraba en medio de una época de crisis y revolución. La Guerra de los Cien Años devastaba Francia, epidemias de peste negra se llevaban vidas en todo el continente, la inestabilidad política dominaba y Portugal no era una excepción.

El 22 de octubre de 1383 moría el rey Fernando I de Portugal sin hijos varones que heredasen la corona. Su única hija era la infanta doña Beatriz que había casado con Juan I de Castilla, quien de inmediato reclamó sus derechos sobre el trono portugués, mientras la reina madre, Leonor Téllez, asumía la regencia. La burguesía se mostraba insatisfecha con la regencia de la reina doña Leonor Teles y de su favorito, el conde Andeiro. La proclamación de Beatriz y Juan I como reyes de Portugal provocó una violenta reacción en los medios nobiliarios y burgueses lusitanos, ya que se temía que la unión dinástica desembocara en una anexión efectiva de Portugal por el rey castellano. A principios de diciembre de 1383 estalló la primera insurrección popular en Lisboa contra los nuevos reyes. El conde Andeiro fue muerto y el pueblo pidió al maestre de la Orden de Avis, hijo natural de Pedro I de Portugal, que fuese regente y defendiera del país.

El periodo de interregno que siguió es conocido como la crisis de 1383-1385. Finalmente el 6 de abril de 1385, don Juan, maestre de la Orden de Avis, es aclamado rey por las Cortes reunidas en Coímbra. Pero el rey de Castilla no renunció a su derecho a la corona portuguesa, que le venía por su casamiento. En junio invade Portugal al frente de su ejército, auxiliado por un contingente de caballería francesa.

La disposición de las huestes portuguesas

Cuando las noticias de la invasión llegaron, Juan I de Portugal se encontraba en Tomar, en compañía de Nuno Álvares Pereira, condestable del reino, y de su ejército. La decisión, tomada tras algunas dudas iniciales, fue enfrentarse a los castellanos antes de que pudiesen llegar a Lisboa.

Con sus aliados ingleses, el ejército portugués interceptó al ejército castellano en Leiria. Dada la lentitud con que los castellanos avanzaban, Nuno Álvares Pereira tuvo tiempo para escoger un terreno favorable para la batalla, asistido por los expertos ingleses. La opción recayó sobre una pequeña colina de cima plana rodeada por riachuelos, cerca de Aljubarrota. Hacia las 10 de la mañana del 14 de agosto, el ejército tomó posiciones en la vertiente norte de la colina, de frente a la carretera por dónde los castellanos eran esperados. Siguiendo el mismo plan de otras batallas del siglo XIV (Crécy y Poitiers son buenos ejemplos), las disposiciones portuguesas fueron las siguientes: caballería desmontada e infantería en el centro de la línea rodeadas por los flancos de arqueros ingleses, protegidos por obstáculos naturales (en este caso ríos). En la retaguardia, aguardaban los refuerzos mandados por Juan I de Portugal en persona. En esta posición, altamente defensiva, los portugueses esperaron la llegada del ejército castellano protegidos por la vertiente de la colina.

La llegada de los castellanos

La vanguardia del ejército castellano llegó al teatro de la batalla al mediodía, bajo el sol inmisericorde de agosto. Al ver la posición defensiva ocupada por lo que ellos consideraban rebeldes, el rey de Castilla tomó la acertada decisión de evitar el combate en estos términos. Lentamente, debido a los 30.000 soldados que constituían sus efectivos, el ejército castellano comenzó a rodear la colina por el camino del lado del sol naciente. Las patrullas castellanas habían verificado que la vertiente sur de la colina tenía un desnivel más suave y era por ahí por donde pretendían atacar.

En respuesta a ese movimiento, el ejército portugués invirtió su disposición y se dirigió a la vertiente sur. Ya que estaban en inferioridad numérica y tenían un camino más corto que recorrer, el contingente portugués alcanzó su posición final al inicio de la tarde. Para evitar nerviosismos y mantener la moral elevada, Nuno Álvares Pereira ordenó la construcción de un conjunto de trincheras y cuevas en frente de la línea de infantería. Esta táctica defensiva, muy típica de los ejércitos ingleses, fue tal vez una sugerencia de los aliados británicos presentes sobre el terreno.

Hacia las seis de la tarde, los castellanos estaban preparados para la batalla. De acuerdo con el registro escrito por el rey de Castilla tras la batalla, sus soldados estaban bastante cansados tras un día de marcha en condiciones de mucho calor. Pero no había tiempo para volver atrás y la batalla comenzó.

La batalla

La iniciativa de comenzar la batalla partió de Castilla, con una típica carga de la caballería francesa: a toda a brida y con fuerza, para romper la línea de infantería adversaria. Mas, tal como sucedió en la batalla de Crécy, los arqueros ingleses colocados en los flancos y el sistema de trincheras hicieron la mayor parte del trabajo. Mucho antes de ni siquiera entrar en contacto con la infantería portuguesa, la caballería ya se encontraba desorganizada y confusa, dado el miedo de los caballos a avanzar por terreno irregular y la eficacia de la lluvia de flechas que caía sobre ellos. Las bajas de la caballería fueron grandes y el efecto del ataque nulo. La retaguardia castellana demoró en prestar auxilio y en consecuencia, los caballeros que no murieron fueron hechos prisioneros.

Tras este percance, la restante, pero substancial parte del ejército castellano entró en la contienda. Su línea era bastante extensa, por el gran número de soldados. Al avanzar en dirección a los portugueses, los castellanos fueron forzados a desorganizar sus propias líneas para caber en el espacio situado entre los dos ríos. En cuanto los castellanos estuvieron desorganizados, los portugueses redispusieron sus fuerzas dividiendo la vanguardia de Nuno Álvares en dos sectores, para afrontar la nueva amenaza. Viendo que lo peor todavía estaba por llegar, Juan I de Portugal ordenó la retirada de los arqueros y el avance de la retaguardia a través del espacio abierto en la línea de frente. Fue en ese momento en que los portugueses tuvieron que llamar a todos los hombres y se tomó la decisión de ejecutar a todos los prisioneros franceses.

Atrapados entre los flancos portugueses y la retaguardia avanzada, los castellanos lucharon desesperadamente por la victoria. En esta fase de la batalla, las bajas fueron muy grandes por ambos lados, principalmente del lado castellano y en flanco izquierdo portugués, recordado con el nombre Ala de los enamorados. A la puesta del sol, la posición de los castellanos ya era indefendible y con el día perdido, Juan I de Castilla ordenó la retirada. Los castellanos se retiraron en desbandada del campo de batalla. Los soldados y el pueblo de los alrededores seguían el desenlace y no dudaron en matar a los fugitivos.

De la persecución popular surgió una tradición portuguesa en torno a la batalla: una mujer, de nombre Brites de Almeida, recordada como la Panadera de Aljubarrota, muy fuerte y con seis dedos en cada mano, emboscó y mató con sus propias manos a muchos castellanos en fuga. Esta historia no es más que una leyenda popular, pero la masacre que siguió a la batalla es histórica.

El día siguiente

En la mañana del 15 de agosto, la magnitud de la derrota sufrida por los castellanos quedaba patente: los cadáveres eran tantos que llegaron a interrumpir el curso de los ríos que flanqueaban la colina.

Las pérdidas humanas fueron cuantiosas, muchos de los caídos, como Pedro González de Mendoza, Señor de Hita y Buitrago, Juan Téllez de Castilla, Señor de Aguilar de Campoo, o Diego Gómez Manrique, Señor de Amusco y Treviño, pertenecían al más alto escalafón social y nobiliario, lo que causó luto en Castilla hasta 1387.

La caballería francesa sufrió en Aljubarrota una derrota más en contra de tácticas defensivas de infantería, tras Crécy y Poitiers. La batalla de Azincourt, ya en el siglo XV, mostró que Aljubarrota no fue el último ejemplo.

Con esta victoria, Juan I se convirtió en rey indiscutido de Portugal, el primero de la casa de Avis. Para celebrar la victoria y agradecer el auxilio divino que creía haber recibido, Juan I de Portugal mandó erigir el monasterio de Santa María de la Victoria (monasterio de Batalla) y fundar la villa de Batalla (Batalha).

Bibliografía

• A.H. de Oliveira Marques, Historia de Portugal, vol. 1, Lisboa, Presença, 1997
• Fernão Lopes, Crónica de D. João I, vol. 1, s.l., Civilização, imp. 1994.
• João Gouveia Monteiro, Aljubarrota: 1385: a batalha real, Lisboa, Tribuna da História, imp. 2003




domingo, 30 de agosto de 2009

MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE LA VICTORIA – Batalha










El monasterio de Santa María de la Victoria fue mandado construir por el rey João I, en cumplimiento del voto que efectuo el 14 de Agosto de 1385 a Nuestra Señora, en caso de vencer al ejército castellano. La confrontación, ocurrida esse dia en Aljubarrota, al sur de Batalha, fue ganada por el rey português, que se apresuró a cumplir su promesa. Así, el Monasterio representaba, desde su inicio, el símbolo de la independência portuguesa, legitimador de la dinastia de Avis que se iniciaba com João I.
La magnificência, del proyecto, la novedad que sus soluciones estéticas y los maestros elegidos manifestan a la perfección la importância que el Monasterio de batalha tuvo para su fundador. El inicio de las obras debió de ser en 1386, prolongándoso, por lo menos en lo que respecta a las intervenciones de mayor envergadura, hasta las dos primeras décadas del siglo XVI, en pleno reinado del rey Manuel I. Mientras tanto, en 1388, el rey João I entrego el monasterio a los dominicos, que permanecieran en el mismo hasta la extinción d las ordenes religiosas en el siglo XIX. La escuela de estúdios teológicos que los dominicos estabelecieron en el momnasterio, aprovechando la amplitud de las instalaciones y su relativo aislamiento, fue también una importante contribución para el engrandecimiento del mismo.
El programa del Monasterio de Batalha fue planificado y ejecutado por los dos primeros arquitectos, el português Afonso Domínguez y el catalán (?) Huguet. El primero de ellos debia de ser, ya que el rey le entregaba una obra de tal responsabilidad, el arquitecto português más prestigioso del momento. Además de concebir todo el proyecto, inicio la iglesia, la sala capitular y las galerias sur y este del claustro de João I. Su propuesta estética respecta los valores plásticos vigentes entonces en Portugal, de línea un tanto arcaizante, contrastando com la intervención del segundo arquitecto que, asimiendo la dirección de las obras de Batalha en 1402, introdujo las evolucionadas líneas del tardo-gótico. Concluyó las obras iniciadas elevando las bóvedas, dibujó el programa de la fachada principal, com un portal de iconografia esplendorosa, completo el claustro y termino la coberturade la sala capitular, realizando una bóveda única cuyas dimensiones sorprenden aún hoy en dia por su arrojo técnico.
En las capillas funerárias añadidas al proyecto inicial – la del Fundador, ordenada por João I, y las Imperfectas, por su hijo el rey Duarte -, Huguet pudo dar libré curso a su temperamento crativo, alzando dos construcciones de gran cualidad. Pero la muerte prematura del reyimpidió que las capillas Imperfectas se conclyesen, motivando una última intervención del rey Manuel I, a princípios del siglo XVI, para acabarlas. Aunque ni aún com esta intervención fue posible terminar si construcción, esta ultima intervención doto a las Capillas Imperfectas de uno de los momentos más creativos del arte manuelino, particularmente en su feérico portal, concebido en feliz momento por el arquitecto Manuel Fernandes.
En la segunda mitad del siglo XV fue añadido un segundo claustro al Monasterio – el claustro Afonso V-, construído por el arquitecto Fernão de Évora, entre 1448 y 1477. Su sencillez contrasta com la exhuberancia del claustro de João I, apelando a un misticismo que indicaba la necesidad de cambio al nível vital del cristianismo que se sentia un poco por toda Europa.
La calidad arquitectónica del Monasterio de Batalha se compelta com las vidrieras, que fueron realizadas por primera vez en Portugal, de mano de vidrieros alemanes. En 1983 fue incluído por UNESCO en la lista de Patrimonio Mundial.


Puerta principal de la Iglesia




Concebida por el maestro Huguet, su riqueza iconográfica só tiene paralelo com programas idênticos de las grandes catedrales góticas europeas: en las jambas, los apostoles conducen a Cristo, en el tímpano, este se halla rodeado, por los cuatro evangelistas, mientras que en las arquivoltas se disponen vírgenes, mártires, papas, obispos,reyes de Judá, profetas y ángeles músicos, según una prefiguración de jerarquia celestial.

Naves de la Iglesia








La nave central de la Iglesia de Batalha, una de las mayores iglesias de Portugal, tiene una elevación de 32,5 metros. Esta elevación se ve acentuada por las densas columnas que, formando um muro visual continuo, proporcionan un sentido ascensional del espacio. La bóvedave nervios, com grandes claves decoradas, se debe a Maestro Huguet.

Ciudad de Panamá en fotos












La paz y la tranquilidad san un derecho...



Este 15 de Sep. No va haber grito, va haber silencio, por México.


Hagamos algo con verdadero valor para México, algo que de verdad demuestre que estamos unidos, y en desacuerdo con la manera de combatir la seguridad.
Que por primera vez en la historia de este país, el grito de independencia y libertad sea un gran silencio de inconformidad y disgusto.
Que sientan los principales lideres y mandatarios de este país que nosotros nos quedamos tristes.
Esto es lo que mueve, esto es lo que hace reaccionar, esto es saber que es tener a un país secuestrado, vivimos a la sosobra, entre rejas en nuestros hogares y comercios, con bllindajes de todo tipo.
No estamos en tiempos de decir VIVA MÉXICO, ni de festejar nada, ni de ir aplaudirle al Ejercito, ni a al Mandatario, Gobernante en turno, que no han podido controlar ni darnos bienestar. Ni mucho menos seguridad que es lo mínimo que deben hacer para eso se funda el estado.
Únete de verdad a este movimiento histórico por el bien de tu familia, de tu comunidad, de tu estado, de tu vida y del país en que vivimos todos.

Este 15 de Sep. No va haber grito, va a haber silencio, por México.
Thamara R. sueña tener un día paz y tranquilidad en su amado país, el México. Elle y seguros todos mexicanos lo merescen, y por eso sigue aqui ese informe que ella me envió. Un pueblo necesita paz y tranquilidad, bienestar, para seguir adelante en cada día. Viva el México y sus gentes. Un dia van tener esa paz, creo. Gracias y mil besitos

quinta-feira, 27 de agosto de 2009

Sín palabras




Paseando por ahí… en un fim de tarde
Dos chicas en una playa
Arena
……………………….
………………………………..
………………….
Solo podemos mirar
Enigmas, …?????
No encuentro palabras.

Florbela Espanca (Portugal)




Seguramente una de las escritoras más fascinantes de Portugal es Florbela Espanca. Nació en 1894. Fue una figura atormentada, infeliz pero lúcida. Florbela pertenece a ese grupo de mujeres herido por el dolor, la soledad y la desesperación. Pensemos en Delmira Agustina, en Alfonsina Storni, en Rosalía de Castro, en Anne Sexton, en Silvia Plath o Alejandra Pizarnik, cuyas existencias fueron un combate contra adversidad y contra sus miedos y fantasmas. Florbela Espanca estudió pintura, música y con sólo ocho años compuso su primer soneto. Tuvo una vida presidida por la insatisfacción y el amor: se casó tres veces y, salvo en los momentos iniciales del fervor, siempre se sintió desgraciada. Padeció numerosas enfermedades. Eligió un camino personal, solitario: la lírica amorosa, en cierto modo intemporal, intensa, ardiente, de una sensualidad tangible, que acabó desplazándose del paisaje y de la cosmovisión hacia el placer, la carne y la entrega. Sus poemas unen al máximo equilibro de la perfección estética una expresión original en donde metáforas e imágenes son siempre sugerentes e inesperadas, rebosantes de belleza. Florbela Espanca fue una mujer culta y adelantada a su tiempo. Al conocer que padecía una enfermedad incurable: un edema pulmonar, fumaba mucho, Florbela buscó su muerte. El 8 de diciembre de 1930, día en que cumplía treinta y seis años, llena la habitación de flores e ingiere medicamentos



Ser Poeta

Ser poeta é ser mais alto
É ser maior Do que os homens!
Morder como quem beija!
É ser mendigo e dar como quem seja
Rei do Reino de Áquem e de Além Dor!
É ter de mil desejos o esplendor
E não saber sequer que se deseja!
É ter cá dentro um astro que flameja,
É ter garras e asas de condor!
É ter fome, é ter sede de Infinito!
Por elmo, as manhãs de oiro e de cetim...
É condensar o mundo num só grito!

E é amar-te, assim, perdidamente...
É seres alma, e sangue, e vida em mim
E dizê-lo cantando a toda a gente!





Mi mal

Me conozco muy bien, sé mi color,
conozco el nombre de mi extraño mal:
y sé que fui encaje de vitral,
que fui ciprés, carabela y dolor.

Fui todo cuanto existe de mayor:
fui cisne, lirio, cóndor, catedral,
y fui tal vez un verso de Nerval
o una cínica risa de Chamfort...

Fui la heráldica flor de agrestes cardos,
su olor mis manos dieron a los nardos...
a la adelfa le dio color mi boca...

¡Ah! De Boabdil fui lágrima en España
y me traje de allí este ansia extraña.
¡Dolor no sé de qué! ¡Saudade loca!






segunda-feira, 24 de agosto de 2009

Pablo Neruda (Chile)






La poesía

Y fue a esa edad... Llegó la poesía a buscarme.
No sé, no sé de dónde salió,
de invierno o río.
No sé cómo ni cuándo,
no, no eran voces, no eran palabras, ni silencio,
pero desde una calle me llamaba,
desde las ramas de la noche,de pronto entre los otros,
entre fuegos violentos
o regresando solo,
allí estaba sin rostro
y me tocaba.

Yo no sabía qué decir, mi boca no sabía nombrar,
mis ojos eran ciegos,
y algo golpeaba en mi alma,
fiebre o alas perdidas,
y me fui haciendo solo,
descifrando aquella quemadura,
y escribí la primera línea vaga,
vaga, sin cuerpo, pura tontería,
pura sabiduría
del que no sabe nada,
y vi de pronto el cielo desgranado
y abierto, planetas,
plantaciones palpitantes,
la sombra perforada,
acribillada por flechas, fuego y flores,
la noche arrolladora, el universo.

Y yo, mínimo ser,
ebrio del gran vacío constelado,
a semejanza, a imagen del misterio,
me sentí parte pura del abismo,
rodé con las estrellas,
mi corazón se desató en el viento.



Llénate de mí

Llénate de mí.
Ansíame, agótame, viérteme, sacrifícame.
Pídeme. Recógeme, contiéneme, ocúltame.
Quiero ser de alguien, quiero ser tuyo, es tu hora.
Soy el que pasó saltando sobre las cosas,
el fugante, el doliente.

Pero siento tu hora,
la hora de que mi vida gotee sobre tu alma,
la hora de las ternuras que no derramé nunca,
la hora de los silencios que no tienen palabras,
tu hora, alba de sangre que me nutrió de angustias,
tu hora, medianoche que me fue solitaria.

Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.
Yo soy esto que gime, esto que arde, esto que sufre.
Yo soy esto que ataca, esto que aúlla, esto que canta.
No, no quiero ser esto.
Ayúdame a romper estas puertas inmensas.
Con tus hombros de seda desentierra estas anclas.
Así crucificaron mi dolor una tarde.
Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.

Quiero no tener límites y alzarme hacia aquel astro.
Mi corazón no debe callar hoy o mañana.
Debe participar de lo que toca,
debe ser de metales, de raíces, de alas.
No puedo ser la piedra que se alza y que no vuelve,
no puedo ser la sombra que se deshace y pasa.

No, no puede ser, no puede ser, no puede ser.
Entonces gritaría, lloraría, gemiría.
No puede ser, no puede ser.
Quién iba a romper esta vibración de mis alas?
Quién iba a exterminarme? Qué designio, qué palabra?
No puede ser, no puede ser, no puede ser.
Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.

Porque tú eres mi ruta. Te forjé en lucha viva.
De mi pelea oscura contra mí mismo, fuiste.
Tienes de mí ese sello de avidez no saciada.
Desde que yo los miro tus ojos son más tristes.
Vamos juntos, Rompamos este camino juntos.
Será la ruta tuya. Pasa. Déjame irme.
Ansíame, agótame, viérteme, sacrifícame.
Haz tambalear los cercos de mis últimos límites.

Y que yo pueda, al fin, correr en fuga loca,
inundando las tierras como un río terrible,
desatando estos nudos, ah Dios mío, estos nudos
destrozando,
quemando,
arrasando
como una lava loca lo que existe,
correr fuera de mí mismo, perdidamente,
libre de mí, furiosamente libre.
Irme,
Dios mío,
irme!


Tengo hambre de tu boca, de tu voz, de tu pelo...

Tengo hambre de tu boca, de tu voz, de tu pelo
y por las calles voy sin nutrirme, callado,
no me sostiene el pan, el alba me desquicia,
busco el sonido líquido de tus pies en el día.

Estoy hambriento de tu risa resbalada,
de tus manos color de furioso granero,
tengo hambre de la pálida piedra de tus uñas,
quiero comer tu piel como una intacta almendra.

Quiero comer el rayo quemado en tu hermosura,
la nariz soberana del arrogante rostro,
quiero comer la sombra fugaz de tus pestañas

y hambriento vengo y voy olfateando el crepúsculo
buscándote, buscando tu corazón caliente
como un puma en la soledad de Quitatrúe.


Sed de ti

Sed de ti me acosa en las noches hambrientas.
Trémula mano roja que hasta su vida se alza.
Ebria de sed, loca sed, sed de selva en sequía.
Sed de metal ardiendo, sed de raíces ávidas......

Por eso eres la sed y lo que ha de saciarla.
Cómo poder no amarte si he de amarte por eso.
Si ésa es la amarra cómo poder cortarla, cómo.
Cómo si hasta mis huesos tienen sed de tus huesos.
Sed de ti, guirnalda atroz y dulce.
Sed de ti que en las noches me muerde como un perro.
Los ojos tienen sed, para qué están tus ojos.

La boca tiene sed, para qué están tus besos.
El alma está incendiada de estas brasas que te aman.
El cuerpo incendio vivo que ha de quemar tu cuerpo.
De sed. Sed infinita. Sed que busca tu sed.
Y en ella se aniquila como el agua en el fuego.


Serenata

En tu frente descansa el color de las amapolas,
el luto de las viudas halla eco, oh apiadada:
cuando corres detrás de los ferrocarriles, en los campos,
el delgado labrador te da la espalda,
de tus pisadas brotan temblando los dulces sapos.

El joven sin recuerdos te saluda, te pregunta por su olvidada voluntad,
las manos de él se mueven en tu atmósfera como pájaros,
y la humedad es grande a su alrededor:
cruzando sus pensamientos incompletos,
queriendo alcanzar algo, oh buscándote,
le palpitan los ojos pálidos en tu red
como instrumentos perdidos que brillan de súbito.

O recuerdo el día primero de la sed,
la sombra apretada contra los jazmines,
el cuerpo profundo en que te recogías
como una gota temblando también.

Pero acallas los grandes árboles, y encima de la luna, sobrelejos,
vigilas el mar como un ladrón.
Oh noche, mi alma sobrecogida te pregunta
desesperadamente a ti por el metal que necesita.



Desnuda

Desnuda eres tan simple como una de tus manos:
lisa, terrestre, mínima, redonda, transparente.
Tienes líneas de luna, caminos de manzana.
Desnuda eres delgada como el trigo desnudo.

Desnuda eres azul como la noche en Cuba:
tienes enredaderas y estrellas en el pelo.
Desnuda eres redonda y amarilla
como el verano en una iglesia de oro.

Desnuda eres pequeña como una de tus uñas:
curva, sutil, rosada hasta que nace el día
y te metes en el subterráneo del mundo

como en un largo túnel de trajes y trabajos:
tu claridad se apaga, se viste, se deshoja
y otra vez vuelve a ser una mano desnuda



Eres toda de espumas delgadas y ligeras...

Eres toda de espumas delgadas y ligeras
y te cruzan los besos y te riegan los días.
Mi gesto, mi ansiedad cuelgan de tu mirada.
Vaso de resonancias y de estrellas cautivas.
Estoy cansado, todas las hojas caen, mueren.
Caen, mueren los pájaros. Caen, mueren las vidas.

Cansado, estoy cansado. Ven, anhélame, víbrame.
Oh, mi pobre ilusión, mi guirnalda encendida!
El ansia cae, muere. Cae, muere el deseo.
Caen, mueren las llamas en la noche infinita.

Fogonazo de luces, paloma de gredas rubias,
líbrame de esta noche que acosa y aniquila.

Sumérgeme en tu nido de vértigo y caricia.
Anhélame, retiéneme.
La embriaguez a ]a sombra florida de tus ojos,
las caídas, los triunfos, los saltos de la fiebre.
Ámame, ámame, ámame.
De pie te grito! Quiéreme.
Rompo mi voz gritándote y hago horarios de fuego
en la noche preñada de estrellas y lebreles.
Rompo mi voz y grito. Mujer, ámame, anhélame.
Mi voz arde en los vientos, mi voz que cae y muere.

Cansado. Estoy cansado. Huye. Aléjate. Extínguete.
No aprisiones mi estéril cabeza entre tus manos.
Que me crucen la frente los látigos del hielo.
Que mi inquietud se azote Con los vientos atlánticos.
Huye, Aléjate. Extínguete. Mi alma debe estar sola.
Debe crucificarse, hacerse astillas, rodar,
verterse, contaminarse sola,
abierta a la marea de los llantos,
ardiendo en el ciclón de las furias,
erguida entre los cerros y los pájaros,
aniquilarse, exterminarse sola,
abandonada y única como un faro de espanto.



La estudiante

Oh tú, más dulce, más interminable
que la dulzura, carnal enamorada
entre las sombras: de otros días
surges llenando de pesado polen
tu copa, en la delicia.
Desde la noche llena
de ultrajes, noche como el vino
desbocado, noche de oxidada púrpura
a ti caí como una torre herida,
y entre las pobres sábanas tu estrella
palpitó contra mí quemando el cielo.
Oh redes del jazmín, oh fuego físico
alimentado en esta nueva sombra,
tinieblas que tocamos apretando
la cintura central, golpeando el tiempo
con sanguinarias ráfagas de espigas.
Amor sin nada más, en el vacío
de una burbuja, amor con calles muertas,
amor, cuando murió toda la vida
y nos dejó encendiendo los rincones.
Mordí mujer, me hundí desvaneciéndome
desde mi fuerza, atesoré racimos,
y salí a caminar de beso en beso,
atado a las caricias, amarrado
a esta gruta de fría cabellera,
a estas piernas por labios recorridas:
hambriento entre los labios de la tierra,
devorando con labios devorados




Galope muerto

Como cenizas, como mares poblándose,
en la sumergida lentitud, en lo informe,
o como se oyen desde el alto de los caminos
cruzar las campanadas en cruz,
teniendo ese sonido ya aparte del metal,
confuso, pesando, haciéndose polvo
en el mismo molino de las formas demasiado lejos,
o recordadas o no vistas,
y el perfume de las ciruelas que rodando a tierra
se pudren en el tiempo, infinitamente verdes.

Aquello todo tan rápido, tan viviente,
inmóvil sin embargo, como la polea loca en sí misma,
esas ruedas de los motores, en fin.
Existiendo como las puntadas secas en las costuras del árbol,
callado, por alrededor, de tal modo,
mezclando todos los limbos sus colas.
Es que de dónde, por dónde, en qué orilla?
El rodeo constante, incierto, tan mudo,
como las lilas alrededor del convento,
o la llegada de la muerte a la lengua del buey
que cae a tumbos, guardabajo, y cuyos cuernos quieren sonar.

Por eso, en lo inmóvil, deteniéndose, percibir,
entonces, como aleteo inmenso, encima,
como abejas muertas o números,
ay, lo que mi corazón pálido no puede abarcar,
en multitudes, en lágrimas saliendo apenas,
y esfuerzos humanos, tormentas,
acciones negras descubiertas de repente
como hielos, desorden vasto,
oceánico, para mí que entro cantando
como con una espada entre indefensos.

Ahora bien, de qué está hecho ese surgir de palomas
que hay entre la noche y el tiempo, como una barranca húmeda?
Ese sonido ya tan largo
que cae listando de piedras los caminos,
más bien, cuando sólo una hora
crece de improviso, extendiéndose sin tregua.

Adentro del anillo del verano
una vez los grandes zapallos escuchan,
estirando sus plantas conmovedoras,
de eso, de lo que solicitándose mucho,
de lo lleno, obscuros
de pesadas gotas.