in EL ANÁLISIS DE INFOLATAM
Javier Santiso
Hace décadas y años atrás era común ser negativo con América latina, una región plagada de crisis financieras, golpes de estados y desigualdades abismales. Incluso se llegó a hablar de fracasomanía, una tendencia común en la región, según Albert Hirschman, los propios latinoamericanos viéndose condenados a repetir intento tras intento, derrotas y fracasos. Hoy en día varios países de la región participan en el selecto club del G20 (Argentina, Brasil y México), reunido nuevamente en Corea. Dos de las economías latinoamericanas, México y desde este año 2010 también Chile, forman parte de otro del selecto club de los países desarrollados de la OCDE.
La suerte de la región parece haber cambiado: abundan ahora democracias ancladas, políticas económicas exitosas (e incluso envidiadas antes de la crisis global, por los propios países OCDE en el caso de la política fiscal contra-cíclica de Chile).
(...)
Pero la historia de América latina no termina con Brasil. Es probable que de aquí el final de la década veamos varios países del continente, incluso media docena, ver sus PIB per capita orientarse hacia niveles de los 20 000 dólares por habitante. Las clases medias brasileñas, pero también mexicanas, chilenas, argentinas, colombianas, uruguayas e incluso peruanas se están expandiendo. Sobre todo estamos presenciando una lógica de emulación en la región muy saludable. Panamá pretende posicionarse como un hub logístico (al igual que Dubai en Medio Oriente). Perú no deja de asombrar a todos, vecinos incluidos, con sus tasas de crecimiento asiáticas, e inversiones multimillonarias que se están estructurando en esta década (más de 40 mil millones de dólares en los próximos diez años). Era costumbre hablar del milagro chileno como una nota de pié de página, una excepción en el continente: ahora estamos presenciando brotes milagrosos en varios países.
(...)
Es muy probable que Luis Alberto Moreno, el presidente del BID, tenga razón, que la década por venir sea la de América latina, como de cierta manera la que se acaba de cerrar fue asiática, con los auges de China e India. A todo lo anteriormente señalado se puede añadir un último argumento, demográfico éste: al contrario de China, cuya población está iniciando un declive rápido, la de las Américas es joven, muy joven. Dos razones más por no fallar el viraje, dos razones más por apostar masivamente por educación (de calidad) e innovación (empresarial). Si así fuera, sin duda, la década de 2010-2020 será, no cabe duda, latino-americana.
Javier Santiso
Hace décadas y años atrás era común ser negativo con América latina, una región plagada de crisis financieras, golpes de estados y desigualdades abismales. Incluso se llegó a hablar de fracasomanía, una tendencia común en la región, según Albert Hirschman, los propios latinoamericanos viéndose condenados a repetir intento tras intento, derrotas y fracasos. Hoy en día varios países de la región participan en el selecto club del G20 (Argentina, Brasil y México), reunido nuevamente en Corea. Dos de las economías latinoamericanas, México y desde este año 2010 también Chile, forman parte de otro del selecto club de los países desarrollados de la OCDE.
La suerte de la región parece haber cambiado: abundan ahora democracias ancladas, políticas económicas exitosas (e incluso envidiadas antes de la crisis global, por los propios países OCDE en el caso de la política fiscal contra-cíclica de Chile).
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Pero la historia de América latina no termina con Brasil. Es probable que de aquí el final de la década veamos varios países del continente, incluso media docena, ver sus PIB per capita orientarse hacia niveles de los 20 000 dólares por habitante. Las clases medias brasileñas, pero también mexicanas, chilenas, argentinas, colombianas, uruguayas e incluso peruanas se están expandiendo. Sobre todo estamos presenciando una lógica de emulación en la región muy saludable. Panamá pretende posicionarse como un hub logístico (al igual que Dubai en Medio Oriente). Perú no deja de asombrar a todos, vecinos incluidos, con sus tasas de crecimiento asiáticas, e inversiones multimillonarias que se están estructurando en esta década (más de 40 mil millones de dólares en los próximos diez años). Era costumbre hablar del milagro chileno como una nota de pié de página, una excepción en el continente: ahora estamos presenciando brotes milagrosos en varios países.
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Es muy probable que Luis Alberto Moreno, el presidente del BID, tenga razón, que la década por venir sea la de América latina, como de cierta manera la que se acaba de cerrar fue asiática, con los auges de China e India. A todo lo anteriormente señalado se puede añadir un último argumento, demográfico éste: al contrario de China, cuya población está iniciando un declive rápido, la de las Américas es joven, muy joven. Dos razones más por no fallar el viraje, dos razones más por apostar masivamente por educación (de calidad) e innovación (empresarial). Si así fuera, sin duda, la década de 2010-2020 será, no cabe duda, latino-americana.
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