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La Fortaleza de Sagres, también conocida como Castillo de Sagres o Fuerte de Sagres, se sitúa al suroeste del Algarve (Portugal), en posición dominante, coronando el promontorio (punta o cabo) de Sagres. De sus escarpados acantilados, constantemente batidos por el viento, el visitante disfruta de una deslumbrante panorámica a lo largo de la costa, con especial mención a las ensenadas de Sagres, el cabo de San Vicente (extremo suroeste del continente europeo) y a la inmensidad del Océano Atlántico.
La propia fortaleza y sus inmediaciones, integradas en el Parque Natural del Suroeste Alentejano y Costa Vicentina, ofrecen la posibilidad de una vista próxima al patrimonio natural de la costa, especialmente en lo que se refiere a la flora, albergando alguna de las especies más representativas de la región (como por ejemplo el astrágalo, la margarita de mar, la sabina, el polio vicentino, el esparto, el puerro, las malvas y el perejil de mar).
Historia
El Promontorium Sacrum
No existe la certeza acerca de cuál sería la localización exacta de este promontorio sagrado que en mucho impregnó de historia el lugar de la fortaleza, pero es posible identificar, en líneas generales, un área que se prolongaría desde la punta de la Piedad a la Arrifana, comprendiendo el cabo de San Vicente y el cabo de Sagres. Este espacio, por muchos designado como el fin del mundo conocido, donde se iniciaban las tormentas, integra hasta hoy una de las mayores áreas de menhires y construcciones megalíticas de Europa. Visitada por navegadores oriundos del mar Mediterráneo desde alrededor del 4000 a. C., fue citada desde la Antigüedad clásica por Avieno, Estrabón y Plinio como un área dedicada al culto a Saturno o Hércules, divinidades de fuerte connotación con el mundo marítimo. Posteriormente, durante la ocupación islámica de la península Ibérica, se acentuó su carácter de lugar de peregrinación, denominándose entonces Chakrach, habiendo contribuido mucho a ello la leyenda de las reliquias del mártir cristiano San Vicente de Zaragoza.
La Villa del Infante
El promontorio de Sagres, así como las villas adyacentes de San Vicente y Sagres, fueron donadas el 27 de octubre de 1443, por el regente Pedro, duque de Coimbra a su hermano, Enrique el Navegante (1394-1460). La villa de Sagres, entonces abandonada y en ruinas en razón de las razias de los piratas berberiscos, fue, a partir de entonces, reconstruida y repoblada, incluso en lo tocante a su defensa. Esta reedificación, por parte del Infante, obedeció a algunos dictámenes esenciales:
• la necesidad de que las embarcaciones de la época debían refugiarse de los vientos en las ensenadas vecinas, aguardando a vientos favorables a la navegación.
• los imperativos de la logística (embarcaciones, mantenimientos, marineros) de la primera fase de los Descubrimientos.
• la comodidad del control del tráfico marítimo, por ser Sagres punto de paso obligatorio de las embarcaciones que cruzaban del Mediterráneo al Atlántico y viceversa.
• la seguridad y aislamiento necesarios para el procesamiento de las informaciones recogidas al inicio del proyecto de expansión portugués que se extendía por el norte de África.
La fortificación de la punta del promontorio fue determinada por su localización y forma, aprovechando el acantilado como defensa natural en tres de sus cuatro lados, íntimamente ligada a sus excelentes posibilidades estratégicas que se integran en los dictámenes anteriormente citados.
De esta forma, el Sagres de la primera mitad del siglo XV se convirtió en el núcleo de la expansión marítima portuguesa, recibiendo estudiosos y navegantes de todas las nacionalidades, reunidos en torno a don Enrique en la Escuela de Sagres. Esta historia fue contestada por Luís de Albuquerque en "Dúvidas e Certezas na História dos Descobrimentos Portugueses" (Lisboa, 1990, Páginas 15 a 27), que demostró tratarse de un mito.
Después de la muerte de don Enrique (1460), el eje de la expansión se trasladó a Lisboa, por lo que la fortificación y su población perderían importancia. Como resultado de la distancia entre la Villa del Infante y la Aldeia do Bispo, donde se celebraban los servicios religiosos, Manuel I de Portugal (1495-1521) determinó la creación de la freguesia de Sagres y la edificación de la iglesia matriz (1512). Más tarde, en 1573, Sebastián de Portugal (1568-1578) adosó dos baluartes en los extremos de la muralla ya existente, elementos cruciales en la arquitectura militar tras el advenimiento de la artillería, colocados estratégicamente en lugares que optimizaban el tiro cruzado.
La Dinastía Filipina y la restauración de la independencia
Prosiguiendo con las reformas iniciadas en el reinado de D. Sebastián, la época de la Casa de Austria en Portugal, que se inició con el reinado en Portugal de Felipe II de España (1580-1598), se determinó la edificación de una torre (o Torreón central) en el interior de la fortificación, permitiendo la conexión con la puerta de entrada a través de un túnel y colocando en la cima una plataforma para artillería, aumentando con ello la capacidad defensiva de la estructura.
En el contexto de las disputas entre las Coronas da España y de Inglaterra, en el escenario internacional de finales del siglo XVI, la armada del corsario Francis Drake atacó la región de Sagres (1587), que fue violentamente saqueada e incendiada. En el ataque, sufrieron severos daños las fortificaciones de la Baleeira, de la Beliche y de la San Vicente. Una imagen del ataque inglés, actualmente en la Biblioteca del Museo Británico, retrata las fortificaciones de la región en la época (1587), evidenciando su carácter de transición de la Edad Media, a la arquitectura militar moderna. En lo tocante a la Fortaleza de Sagres, se reconoce, desde el exterior:
• un pequeño baluarte cuadrangular de fajina, con la función de asegurar la primera línea de defensa;
• una muralla de mampostería de piedra, con forma de dientes de sierra y una extensión aproximada de 180 metros, encimada por almenas, cerraba el istmo de lado a lado;
• dos baluartes bajos, con almenas, posicionaban en cada extremidad de la muralla;
• en el centro de la cortina se abría una pequeña puerta, dando acceso a dos pequeños patios amurallados y almenados, con puertas alternadas, a la manera de los castillos medievales;
• en el interior se disponía la Plaza de Armas, rodeada de un conjunto de habitaciones conectado por una cortina a las murallas laterales, conjunto ese dominado por un cubelo en la extremidad opuesta, y la antigua Iglesia de Santa María.
Tras el asalto de Drake, se planteó la modernización de la fortificación manuelina. En 1621, Alexandre Massai, un ingeniero militar napolitano, presentó un proyecto para la construcción de nuevos baluartes con mayor capacidad defensiva, pero no fue concretado. No fue hasta 1631 que se determinó la restauración de las murallas arruinadas, por Felipe IV (1621-1640). Las obras fueron iniciadas al año siguiente, aprovechándose trechos de las antiguas murallas y levantándose baterías renacentistas, obras que proseguirían tras la restauración de la independencia portuguesa, en el reinado de Juan IV de Portugal (1640-1656). Entretanto, las nuevas murallas exteriores permanecieron incompletas, coexistiendo con las antiguas murallas enriquinas.
El siglo XVIII y el terremoto de 1755
La fortaleza fue seriamente dañada por el tsunami que provocó el terremoto de 1755, cuando la gigantesca ola producida superó la altura del peñasco. El estado de ruina, provocado por el tiempo y por los elementos, se prolongó hasta el reinado de María I de Portugal (1777-1816), cuando esta soberana ordenó la reconstrucción de la estructura. Para ello, fueron demolidas las antiguas murallas medievales y, entre 1793-94, terminadas las obras del nuevo trazado de murallas. Adecuadas a las necesidades de defensa de la época, eran más bajas y compactas empleando argamasa de reboco para absorber mejor el impacto de los proyectiles de la artillería de la época. En las extremidades se erigieron dos medio-baluartes, artillados. En el interior del terraplén, un torreón central sustituyó el antiguo cubelo filipino.
Los continuos conflictos en el siglo siguiente hicieron que la fortaleza de Sagres asumiese un importante papel de coordinación en toda la línea defensiva del oeste del litoral del Algarve.
Las restauraciones del siglo XX
Clasificada como Monumento Nacional por Decreto de 16 de junio de 1910, los trabajos de restauración promovidos en las décadas de 1950 y 1960 descaracterizaron la estructura al procurar devolverle la configuración quinhentista original. Las edificaciones del lado izquierdo fueron reconstruidas conforme a aquellas diseñadas en la iconografía del ataque de Drake, con un piso terreno y una chimenea por división. Fue colocada al descubierto, en esta fase, la llamada Rosa de los vientos.
En la década de 1980, face a la degradación del conjunto y buscando adecuar la utilización del sitio a los presupuestos de la Carta de Veneza (posibilitando la acogida de turistas), fue lanzado un concurso para la restauración de la Fortaleza de Sagres. El proyecto vencedor, del arquitecto João Carreira, a pesar de una década de polémica suscitada por la naturaleza de la nueva intervención, introdujo en Portugal la discusión de la reutilización de los monumentos, en virtud de la compatibilidad de las nuevas estructuras con la memoria del pasado.
Actualmente, la Fortaleza de Sagres se encuentra abierta diariamente al público. Además de poderse apreciar las estructuras anteriores al siglo XVIII, recuperadas, modernas intervenciones permiten visitar las diversas áreas del promontorio. Hay además un centro de exposiciones, un centro de multimedia, tiendas de artículos culturales y una cafetería.
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