El gobierno francés, de Emmanuel Macron, acaba de anunciar una prohibición del uso de cloroquina en el tratamiento contra Covid-19. La razón es un estudio científico, con 96 mil pacientes, que prueba que el medicamento conlleva más riesgo de muerte que la posibilidad de curación en el tratamiento de la enfermedad.
A pesar de esto, el remedio fue recomendado por Jair Bolsonaro, quien causó la renuncia de dos ministros de salud, quienes estaban en contra del remedio "Dr. Bolsonaro".
Sin embargo, hay una diferencia notable cuando se trata de usar o no este medicamento, que se usa comúnmente para combatir la malaria. Trump salió en su defensa y se lo llevó. Prudentemente anunció que había terminado su tratamiento. Bolsonaro emitió un decreto que "obliga" a los profesionales de la salud a recetar cloroquina. Hay estudios en los que este medicamento puede provocar la muerte de pacientes con coronavirus. Otros sostienen que el uso, en una versión más débil, hidroxicloroquina, y en pacientes muy graves, puede salvarlos.
Honestamente, una droga rodeada de tal contradicción no debería, en mi humilde opinión, ser usada por nadie. Pero el mundo es exactamente diversidad, y mata aquí, salva allí. ¿Es posible la comprensión?
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